¿Ya te has fijado en cómo google ha introducido la IA cada vez que haces una búsqueda en Internet en su buscador? La manera en que nos acercamos a la información en internet parece que está viviendo una transformación silenciosa pero profunda. Lo que hasta ahora dábamos por hecho —abrir Google, escribir unas palabras y recibir una lista de enlaces ordenados por relevancia— está comenzando a cambiar.
El 24 de julio de 2025, Google presentó Web Guide, un nuevo experimento disponible en Search Labs, su laboratorio de pruebas (que tristemente no tiene prácticamente experimentos disponibles para España). Se trata de una herramienta que busca reorganizar y enriquecer los resultados de búsqueda gracias a la inteligencia artificial, con el propósito de que la experiencia sea más comprensible y útil para las personas.
No es la primera vez que Google introduce cambios de calado en su buscador, pero sí es una de las más ambiciosas, porque toca la esencia misma de cómo navegamos y accedemos al conocimiento en la red.
¿Y Qué propone exactamente Web Guide?
Hasta ahora, una búsqueda nos ofrecía principalmente un listado de enlaces acompañados de fragmentos de texto. Web Guide quiere ir más allá. Utiliza el modelo de IA Gemini (el propio de Google obviamente) para interpretar tanto lo que buscamos como los contenidos disponibles en la web y, en lugar de limitarse a un ranking lineal, agrupa los resultados en bloques temáticos.
Así, una búsqueda compleja deja de ser un mar de enlaces dispersos para convertirse en un mapa estructurado. Este mapa se construye gracias a un proceso de fan‑out de consultas, es decir, la IA lanza múltiples búsquedas relacionadas a la vez y luego organiza las respuestas por intenciones y enfoques distintos.
El resultado es una especie de guía digital que permite explorar diferentes perspectivas sin perdernos en una maraña de pestañas abiertas.
Para qué sirve realmente
Este nuevo enfoque puede marcar la diferencia en consultas amplias o abiertas, esas en las que no tenemos del todo claro lo que buscamos.
Imaginemos, por ejemplo, que una persona usuaria teclea «cómo poner en marcha un huerto comunitario”. Web Guide podría mostrar desde información técnica sobre cultivo urbano hasta ejemplos de proyectos vecinales, recursos de asociaciones locales, consejos sobre financiación y hasta materiales educativos para implicar a la comunidad escolar.
Otro caso: alguien que busca “estrategias de apoyo emocional para adolescentes”. En vez de limitarse a remitir a páginas de psicología, Web Guide organizaría contenidos sobre programas escolares, recursos en línea, experiencias de entidades sociales y hasta testimonios que permitan comprender la diversidad de enfoques.
En definitiva, más que respuestas cerradas, lo que ofrece es un contexto rico y accesible. En la imagen de ejemplo, tomada de la fuente en la que nos hemos basado para escribir este post, se ve cómo se organizaría el contenido si se preguntase sobre un viaje a Japón.

Diferencias frente a otras búsquedas con IA
Conviene aclarar un punto importante. Google ya está experimentando con lo que denomina AI Mode, que genera directamente respuestas redactadas por la inteligencia artificial. Web Guide es distinto: no responde por nosotras, sino que organiza lo que ya existe en la web para que sea más fácil orientarse.
Esto tiene un valor añadido, porque no sustituye las fuentes originales, sino que ayuda a llegar a ellas de manera más clara. Para quienes producimos contenido desde organizaciones sociales, esto significa que la relevancia y la calidad de lo que publicamos seguirán siendo fundamentales.
Lo que implica para el tercer sector
Aquí viene la parte más interesante para nuestro ámbito. Si Web Guide se consolida, la forma en que los proyectos sociales se visibilizan en internet puede cambiar de forma significativa.
Hasta ahora, el reto estaba en aparecer entre los primeros resultados, compitiendo con grandes medios o portales comerciales. Con este nuevo sistema, las agrupaciones temáticas podrían abrir espacio para que organizaciones de menor tamaño, pero con contenidos especializados y valiosos, ganen visibilidad en nichos muy concretos. Por ejemplo, una asociación local que publique una guía práctica sobre inserción laboral de personas con discapacidad podría ser destacada dentro de un bloque específico sobre empleo inclusivo, aunque no apareciera en la primera página de resultados tradicional.
Claro que esto también exige una adaptación. No bastará con “estar en Google”; habrá que pensar cómo producimos contenidos claros, bien estructurados y relevantes para que la IA los identifique como aportaciones valiosas dentro de esas guías temáticas.
Un reto ético y estratégico
No podemos obviar que este cambio también plantea interrogantes. ¿Quién decide qué enfoques se priorizan? ¿Cómo se evitará que la inteligencia artificial reproduzca sesgos al organizar los resultados? ¿Qué pasará con las webs pequeñas que no cuenten con recursos para optimizar sus contenidos?
Desde el tercer sector tenemos la responsabilidad de estar atentas a estos debates. Porque la forma en que la gente accede a la información influye directamente en su capacidad de comprender problemas sociales, encontrar apoyo o implicarse en causas comunitarias.
Lo cierto es que Web Guide, con sus luces y sombras, puede representar una oportunidad para hacer de la búsqueda en internet una experiencia más humana y significativa. En un mundo saturado de datos, lo que necesitamos no es más información, sino mejor información, bien organizada y accesible.
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