Más de 150 semanas. Más de 150 lunes. Y, sobre todo, más de 150 oportunidades de empezar la semana con una sonrisa, una reflexión y una sensación de pertenencia. En La Rueca Asociación, hay una práctica silenciosa pero poderosa que lleva tiempo construyendo cultura, cohesionando equipos y humanizando la tecnología. Se llama el Meil del Lunes (MDL). Y aunque parezca “solo” un correo, es mucho más que eso.
¿Por qué es una buena práctica para el club digital?
Hay prácticas que no necesitan grandes titulares ni herramientas sofisticadas para transformar una organización desde dentro. A veces basta con un correo. Uno solo. Uno que llegue, puntual, cada lunes a primera hora. Que no venga a pedir, ni a exigir, ni a controlar. Solo a acompañar. Así es el Meil del Lunes, o como lo llamamos con cariño en La Rueca Asociación, el MDL.
Llevamos más de 150 semanas recibiéndolo sin falta. Quienes trabajamos en La Rueca sabemos que, al empezar la semana, ahí estará ese mensaje esperándonos. Firmado por el área de Gestión de Personas, pero sentido por todas. Porque más allá del remitente, lo que transmite es un gesto colectivo, una forma de decirnos: “Estamos aquí. Esto lo hacemos juntas. Y sí, los lunes pueden empezar con una sonrisa.”
El Meil del Lunes abre siempre con una pequeña píldora de actualidad, una noticia que debamos recordar esa semana: expiración de plazos para solicitar vacaciones, proyectos que han conseguido algún hito, próximos eventos importantes a recordar…
Pero lo que realmente ha convertido al MDL en un ritual esperado son los memes, los chistes breves que lo acompañan. Una selección cuidada, y a la vez desenfadada, del mejor humor que circula por las redes. Esos memes no solo hacen reír; crean comunidad. Nos hacen compartir miradas, referencias, incluso bromas internas. De pronto, lo digital se convierte en un espacio para el afecto, para el descanso mental, para sentirnos parte.
Puede parecer una tontería. Un correo con memes. Pero no lo es. Es una tecnología social en su forma más pura, una herramienta sencilla usada con inteligencia emocional para cuidar, para conectar, para recordar que no somos solo engranajes de una maquinaria laboral, sino personas que sienten, que se agotan, que necesitan ligereza sin culpa. Porque el humor, cuando se usa bien, también es autocuidado.
Lo que nos enseña esta práctica es que no hace falta tener grandes recursos para transformar la cultura organizacional. A veces basta con constancia, con intención, con un poco de chispa y mucho corazón. Porque detrás del Meil del Lunes hay tiempo invertido, sensibilidad para elegir qué compartir y, sobre todo, una mirada profundamente humana hacia el trabajo.
No hay KPI que lo mida. No hay informe que lo recoja. Pero ahí está, cada semana, cumpliendo su función silenciosa de tejer vínculos, de levantar el ánimo, de hacer que la semana empiece con algo más que reuniones y tareas pendientes.
Quizás otras organizaciones puedan inspirarse en esta pequeña gran práctica. No para copiarla tal cual, (que también, claro) sino para hacerse la pregunta de fondo ¿qué estamos haciendo desde lo digital para cuidar a nuestras personas? Porque la tecnología no es neutra. Y en nuestras manos está convertirla en un canal más de control… o en un canal de afecto.
En La Rueca hemos elegido lo segundo. Y lo hacemos cada lunes, con un meil.
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