Guía Metodológica para la inclusión de la Tecnología Social en la Intervención Social

Hablar de incluir tecnología en los procesos de intervención social es hablar de la necesidad de hacerlo con rigurosidad y con un sentido. Por ello, en este post, te mostramos un esquema que sirve de guía para incorporar tecnología social en la intervención social de tu entidad

Para diseñar una metodología de intervención social con tecnología social que sea efectiva y sostenible, es crucial abordar el proceso con un enfoque estructurado. Este enfoque debe ser flexible para adaptarse a diferentes contextos y necesidades, pero lo suficientemente robusto para garantizar la calidad y la eficacia de las intervenciones.

A continuación, presentamos un esquema general que puedes adaptar y expandir según las necesidades específicas de tu entidad:

Diagnóstico de Necesidades y Recursos

• Evaluación de Necesidades: Realizar un análisis profundo de las necesidades de la comunidad o grupo objetivo. Esto puede incluir encuestas, grupos focales y entrevistas para comprender mejor los desafíos específicos que enfrentan.
• Análisis de Recursos Disponibles: Identificar los recursos tecnológicos existentes dentro de la organización y en la comunidad. Esto incluye tanto el hardware (dispositivos tecnológicos) como el software (aplicaciones y plataformas digitales) y el talento humano capacitado para gestionar estos recursos.

Diseño de la Intervención

• Selección de Tecnologías: Escoger las herramientas y plataformas tecnológicas más adecuadas para abordar las necesidades identificadas. Considerar la accesibilidad, la usabilidad y la sostenibilidad de las tecnologías seleccionadas.
• Creación de Protocolos: Desarrollar protocolos claros para el uso de tecnologías, incluyendo guías de uso, mantenimiento, y actualización de las herramientas tecnológicas. También es fundamental establecer normas de seguridad y privacidad de datos.
• Capacitación: Diseñar programas de formación para los usuarios/as de la tecnología y para el personal encargado de la implementación y soporte técnico. Esto asegura una adopción efectiva y un uso adecuado de las herramientas.

Implementación

• Piloto y Evaluación: Iniciar con proyectos piloto que permitan evaluar la efectividad de la intervención en un contexto controlado. Recoger feedback de los usuarios/as y ajustar la estrategia según sea necesario.
• Escalado: Una vez probada la eficacia de la intervención en fase piloto, proceder a implementarla a mayor escala, adaptando los recursos y capacitaciones según las necesidades detectadas durante la fase de pilotaje.

Monitoreo y Evaluación

• Indicadores de Éxito: Establecer indicadores claros para evaluar el impacto de la tecnología en la mejora de la calidad de vida de las personas. Esto puede incluir mejoras en el acceso a la información, la eficiencia de los servicios prestados, y la satisfacción de los usuarios/as.
• Retroalimentación Continua: Implementar mecanismos de retroalimentación continuos para recoger impresiones de los usuarios/as y del personal. Esto permite realizar ajustes oportunos y asegurar que la tecnología sigue siendo relevante y efectiva.

Ajuste y Escalabilidad

• Revisión Periódica: Establecer un ciclo de revisión regular para evaluar la eficacia de la intervención y hacer ajustes basados en los avances tecnológicos y las cambiantes necesidades de la comunidad.
• Adaptabilidad: Mantener la flexibilidad para adaptar la intervención a nuevos contextos o poblaciones, aprovechando las lecciones aprendidas y las buenas prácticas identificadas.

Este esquema es un punto de partida que debe ser personalizado y ajustado según las especificidades de cada intervención y las características del grupo objetivo. La clave del éxito radica en la colaboración estrecha entre los/as desarrolladores/as de tecnología, los/as profesionales de la intervención social, y las comunidades beneficiarias, asegurando que la tecnología se utiliza de manera ética y efectiva para mejorar la calidad de vida de las personas.

Por eso, cada día es más necesario que estos/as diferentes agente puedan hablar en un lenguaje común y cuánto más conozcamos las entidades sobre tecnología mejor podremos trasladar a las empresas que se dedican a ello las necesidades de las personas más vulnerables, sensibilizando, además, a estos agentes que forman parte también de la sociedad y no pueden obviar a una gran parte de la misma.